Conducir Bajo la Influencia del Alcohol
Alcohol y Aptitud Emocional

Alcohol y Tu Aptitud Emocional al Conducir: Fatiga, Estrés y Agresividad

Updated 3 de Febrero de 2021

Es imposible conducir de manera segura cuando tienes enojo, angustia, ansiedad o agitación. Experimentar una emoción negativa intensa alterará tu capacidad de prestar atención al conducir, afectará las decisiones que tomes en respuesta a los eventos de la carretera y modificará tu comportamiento hacia otros conductores. Manejar requiere de una actitud calmada y positiva. Con un estado emocional elevado, es posible que no proceses información adecuadamente y tengas más probabilidades de cometer errores. Además, las emociones fuertes negativas a menudo llevan a un comportamiento de manejo extremadamente peligroso.

Incluso las emociones positivas extremas pueden ser potencialmente peligrosas al manejar. Por ejemplo, una felicidad o euforia extremas pueden llevar a una confianza excesiva que te dejaría abierto a subestimar el riesgo de la carretera y susceptible a cometer un error mortal.

El alcohol altera las emociones de las personas, a menudo de forma que es difícil de predecir. Así como el consumo del alcohol afectará tus habilidades de manejo físicas y mentales, también interferirá con tu capacidad de mantener la calma y una actitud positiva detrás del volante. Consumir alcohol afecta tu aptitud emocional tanto a corto plazo como con el paso del tiempo:

  • Cuando está en tu sistema, el alcohol puede exagerar las emociones que ya estás sintiendo. Por ejemplo, si estabas molesto por una pequeña discusión con un amigo podrían sentirte extremadamente angustiado por la situación después de haber consumido alcohol.
  • A largo plazo, el alcohol tiene un efecto depresivo general en el estado de ánimo. Cuanto más bebas de forma regular y pesada, peor será tu bienestar emocional general.

Alcohol y estado de ánimo: factores contribuyentes

En comparación con los efectos del alcohol en el cerebro y el cuerpo, el efecto del alcohol en el estado de ánimo es bastante impredecible. Todos responden diferente al alcohol y no hay ninguna garantía de que una persona responderá de la misma forma cada vez que consuma alcohol. Puedes ser un “borracho feliz” nueve de diez veces que tomas alcohol y aun así ser agresivo y desagradable en la décima ocasión. Las fluctuaciones emocionales que experimenta una persona cuando consume alcohol se ven influenciadas por una variedad de factores:

  1. 1

    Experiencia con el alcohol.
    Es posible que una persona que no bebe regularmente esté menos preparada para los cambios de humor que suelen acompañar el consumo de alcohol y, por consiguiente, sea más probable que tenga una reacción extrema.

  2. 2

    El tipo de alcohol.
    Algunas personas se dan cuenta que responden diferente a distintos tipos de bebidas alcohólicas. Puede que la cerveza, el vino o el licor fuerte te pongan en un estado de ánimo más agresivo que otros tipos de alcohol.

  3. 3

    Fatiga.
    Una persona fatigada es probable que tenga una respuesta más repentina y dramática al alcohol. Además, las sensaciones físicas negativas (cansancio extremo, letargo, molestias y dolores) a menudo se convierten en sentimientos emocionales negativos cuando involucras alcohol.

  4. 4

    Enfermedad.
    Es probable que una persona con un sistema inmune comprometido sufra una reacción más extrema al estado de ebriedad.

  5. 5

    Medicamentos y drogas ilegales.
    La mayoría de las medicinas prescritas, fármacos de venta libre y drogas ilegales interactúan con el alcohol de alguna forma. Es posible que te lleven a estar más o menos intoxicado, más somnoliento o a experimentar alguna reacción no prevista. Las drogas con efectos que alteran el estado de ánimo o la cognición son particularmente peligrosas cuando se mezclan con alcohol y podrían conducir a una reacción emocional extrema.

  6. 6

    Estado de ánimo.
    La respuesta emocional al alcohol se verá influenciada en gran medida por el humor en que te encuentras al empezar a tomar. Si bien el alcohol puede convertir un buen humor en un mal humor al instante sin razón aparente, beber es particularmente peligroso si has empezado a hacerlo enojado, frustrado o deprimido. El alcohol estimula la parte del cerebro donde estas emociones se producen, dejándote más susceptible al enojo exagerado, la desesperanza y los comportamientos peligrosos que acompañan estos sentimientos.

  7. 7

    Personalidad.
    El alcohol afecta de manera diferente a los distintos tipos de personalidad. A menudo beber alcohol puede descubrir rasgos de personalidad suprimidos que no parecen “encajar” con la personalidad de la persona cuando está sobria. Por ejemplo, una persona muy tímida y de buenos modales puede volverse ruidosa y agresiva. Mientras que una persona confiada y tranquila puede convertirse en alguien ansioso y lleno de dudas.

  8. 8

    Psicología.
    El alcohol generalmente tiene un efecto extremo en una persona que tiene problemas mentales o psicológicos preexistentes, como ansiedad, TOC o depresión maníaca.

Tolerancia al alcohol y compensación

Los bebedores regulares crean lo que se llama tolerancia psicológica al alcohol. La tolerancia no significa que una persona es menos vulnerable a los efectos del estado de ebriedad sino que pueden responder al alcohol de diferente manera. Si te vuelves un bebedor frecuente y desarrollas una tolerancia al alcohol podrías ver que necesitas consumir más alcohol más sentir los mismos efectos que sentías cuando eras un bebedor sin experiencia. Este fenómeno a menudo lleva a los bebedores con una alta tolerancia de alcohol a superar por mucho las concentraciones de alcohol en la sangre seguras, aunque parecen relativamente sobrios debido a que han desarrollado mecanismos de compensación.

Es importante comprender que desarrollar una tolerancia al alcohol no significa que estarás menos afectado cuando estés borracho. Tus movimientos, conversación y comportamiento podrían parecer relativamente normales al compararse con un bebedor sin experiencia que ha consumido la misma cantidad de alcohol, pero todavía estarás incapacitado mental, física y emocionalmente para conducir. Además, investigaciones han demostrado que los bebedores con niveles más altos de tolerancia pueden ser más susceptibles de verse involucrados en una colisión por conducción ebria. No son más capaces de lidiar con situaciones de emergencia que los bebedores con una tolerancia de alcohol más baja pero sí más propensos a pensar falsamente que están buenas condiciones para conducir.

Daños acumulados

La tolerancia al alcohol aumentará cuando empieces a beber regularmente, aunque no seguirá creciendo por siempre. El trabajo de tu hígado es filtrar el alcohol de la sangre y convertirlo en sustancias menos dañinas. Tomar grandes cantidades de alcohol o beber con mucha frecuencia pondrá bajo presión la función hepática y eventualmente causará daños irreversibles al tejido hepático. Cuando se daña por un consumo de alcohol excesivo, tu hígado no podrá procesar el alcohol de manera tan eficaz como lo hacía antes. Por esta razón los bebedores empedernidos eventualmente llegan a una etapa en la que se vuelven menos tolerantes al alcohol y cuando toman sufren efectos mentales, emocionales y físicos más severos.

Alcohol y estrés

Si bien un nivel de estrés bajo puede mejorar el rendimiento en situaciones de alto riesgo, un estrés excesivo puede provocar ansiedad, nerviosismo, irritabilidad y otros sentimientos que sesgan tu visión del mundo, afectan tu rendimiento y te dejan más susceptible a cometer errores. Por ejemplo:

  • El nerviosismo o la ansiedad pueden llevarte a conducir demasiado lento, reaccionar exageradamente a errores menores y compensar ante peligros imaginarios.
  • La distracción y la depresión pueden hacerte olvidar tareas de manejo vitales, como verificar los puntos ciegos, señalizar o examinar la carretera adelante.
  • La irritabilidad te puede volver impaciente con otros usuarios de carretera. Si no lo solucionas, podría evolucionar rápidamente hacia un comportamiento de manejo agresivo como exceder la velocidad o seguir muy de cerca a otro conductor.

Como conductor, tendrás que prestar atención a tus niveles de estrés y bienestar emocional para evitar conducir de manera peligrosa como resultado de la ansiedad, la frustración u otra respuesta al estrés. El alcohol hace que esto sea difícil de lograr y en última instancia puede empeorar los sentimientos negativos si lo consumes con demasiada frecuencia.

El efecto adverso que el alcohol tiene en tu salud mental y física puede provocar ansiedad y depresión, incluso en personas que no han sufrido por estos problemas anteriormente. El efecto de euforia a corto plazo del alcohol (debido a que aumenta los niveles de dopamina en el cerebro) es el motivo por el que muchas personas lo usan para aliviar el estrés diario de la vida. Cuando personas que ya están ansiosas, nerviosas o afectadas por el estrés de alguna otra forma beben, a menudo el alcohol exacerba las emociones y las hace menos manejables. Si hay alcohol en tu sistema es más probable que te veas afectado por emociones negativas al conducir, aunque seas menos incapaz de reconocer este problema.

Tomar alcohol para aliviar el estrés es una pendiente resbaladiza (e inefectiva). Cuanto más frecuentemente el alcohol interfiera con el funcionamiento normal de tu cerebro, peor será tu salud mental. A medida que pase el tiempo, dependerás cada vez más del alcohol para aliviar tus sentimientos de estrés y ansiedad que van en aumento. Lentamente, el “alivio” de corto plazo que el alcohol proporciona será menos efectivo, llevándote a consumir más cada vez que bebas. Esto se vuelve un círculo vicioso, ya que cada vez que tomes estarás agravando tus emociones y alterando tu salud mental un poco más.

Alcohol y salud mental

Consumir alcohol es una de las peores cosas que puedes hacer para tu bienestar mental y emocional. Cuando una persona está ebria a menudo experimenta una falsa sensación de felicidad y euforia cuando el alcohol hace que el cerebro libere una oleada del neurotransmisor dopamina. Cuando esta persona se pone sobria (generalmente al día siguiente) puede experimentar sentimientos agudos de tristeza, fatalidad o apatía. Esto es porque la liberación de dopamina impulsada por el alcohol ha hecho que el cerebro responda menos a los mecanismos normales de liberación de dopamina. Hasta que los químicos cerebrales se restablezcan naturalmente, una persona con resaca tendrá una deficiencia de dopamina y seguirá experimentando un estado de ánimo alicaído de forma crónica.

Si bebes regularmente, abusarás de los mecanismos naturales de liberación de dopamina del cerebro hasta tal punto que se volverá incapaz de regular los niveles de dopamina por su cuenta. La única manera de “sentirte mejor” será tomar más alcohol u otra droga que ofrezca una solución a corto plazo. Lamentablemente, el problema no desaparecerá y seguirá empeorando si sigues envenenando tu cuerpo con alcohol y otros químicos que alteran la mente.

No poder controlar las emociones

No lograr controlar las emociones al conducir puede llevarte a caer en desatenciones, pasar por alto un peligro o tomar malas decisiones. Controlar tus emociones puede ser lo suficientemente desafiante sin agregar alcohol a la mezcla. Beber alcohol afecta la capacidad de una persona para autoevaluarse y reconocer las emociones negativas cuando ocurren.

Al estar bajo la influencia del alcohol es poco probable que no notes cuando estás manejando de manera agresiva, ansiosa u otra forma que aumenta el riesgo. Incluso si te das cuenta de lo que está sucediendo, es posible que no te importe o no sepas que hacer al respecto.

El alcohol empeora la angustia emocional. Es posible que una persona que se siente triste antes de tomar alcohol termine abrumada por la desesperanza después de un par de tragos. Cuando se agrega alcohol a la ecuación, la frustración podría convertirse en impaciencia extrema y una molestia menor podría convertirse en peligro. Al volante, estas emociones pueden ser mortales:

  • La ansiedad te llevará a distraerte por cuestiones que no están relacionadas con la tarea de conducción. También puede hacer que reacciones exageradamente a eventos adversos menores en la carretera, aumentando las probabilidades de perder el control del vehículo en un momento crítico.
  • El enojo puede hacer que excedas la velocidad, sigas a otro vehículo demasiado de cerca, le cortes el camino a otros conductores y veas a los otros usuarios de carretera como enemigos.
  • La tristeza distrae y puede llevar a una capacidad de juicio y acciones retardadas al volante.
  • La impaciencia puede hacer que te apresures a maniobrar sin considerar completamente la situación. Esto también puede llevarte a exceder la velocidad, pasar semáforos en rojo, sobrepasar las señales de alto y adelantar de forma insegura.

Recuerda que estando bajo los efectos del alcohol, cualquier emoción que experimentes se intensificará. Tu capacidad de juicio estará afectada, haciéndote menos capaz de identificar y remediar el comportamiento de manejo peligroso provocado por estas emociones. Las probabilidades de conflictos con otros usuarios de la carretera son extremadamente altos en estas condiciones, ya que los sentimientos poderosos y negativos de enojo, desesperación y ansiedad no se prestan a un comportamiento cortés.

Conducción agresiva

Las personas que han estado bebiendo suelen ser extremadamente volátiles y propensas a enojarse por pequeñas provocaciones. Como resultado, el consumo de alcohol a veces lleva a un comportamiento fuera de lugar, agresivo y francamente violento. Si eres un automovilista que tiende a la conducción agresiva (es un problema entre los conductores masculinos, aunque puede afectar a ambos sexos), consumir alcohol seguramente te llevará a tomar decisiones increíblemente peligrosas detrás del volante.

Estando bajo la influencia del alcohol, el exceso de confianza puede llevarte a subestimar el peligro en la carretera alrededor de ti. También experimentarás una pérdida de inhibiciones que, combinada con la agresividad, puede hacerte seguir a otro vehículo muy de cerca, intentar hacer carreras con otros conductores o hasta intentar ganarle a un tren a través de un cruce ferroviario.

Fatiga al volante

El alcohol es un depresor del sistema nervioso. Incluso en pequeñas cantidades puede hacer más lento tu cuerpo al punto de que empieces a sentir sueño.  Este efecto será considerablemente más poderoso si ya estás fatigado antes de tomar alcohol, y muchas personas lo están. Si empiezas a sentir sueño detrás del volante, el peligro más obvio e inmediato es quedarte dormido. Perder el conocimiento por tan poco como un par de segundos es suficiente para una colisión catastrófica y mortal. Lograr mantenerte despierto no significa que estás fuera de peligro, ya que la somnolencia al conducir tiene estos efectos:

  • Te volverá menos alerta y consciente de tus alrededores. Puede que no detectes los peligros y los cambios importantes en el entorno de la carretera a tiempo para ajustar tu comportamiento de manejo.
  • Afecta tu condición y capacidad de juicio. Serás menos capaz de comprender la información visual y tomar decisiones de manejo seguras.
  • Deteriora tus habilidades motoras y tu tiempo de reacción. Tus movimientos serán más lentos y menos precisos, extendiendo tu tiempo de reacción y aumentando las probabilidades de que pierdas el control del automóvil.

Un arma mortal

Los automóviles pueden ser armas mortales en cualquier situación y mucho más cuando un conductor afectado por el alcohol está al volante. La ebriedad transformará en un conductor peligroso hasta al automovilista más consciente y orientado a la seguridad. En la sociedad, a menudo escuchamos sobre personas bajo los efectos del alcohol que se vuelven más peligrosas y provocan daños a otras en situaciones fuera de la conducción. Esto a veces es el resultado de errores accidentales pero también con mucha frecuencia pueden ser causado por agresividad deliberada impulsada por la emoción. Las emociones humanas pueden ser fuerzas poderosas y destructivas cuando no se manejan de manera adecuada.

Considera el comportamiento de los niños pequeños y los bebés que no han aprendido a controlar sus emociones. A menudo gritan, le reclaman a las demás personas, rompen cosas y no tienen ninguna consideración por su propia seguridad. El efecto del alcohol en el cerebro interfiere con los mecanismos de control emocional que has aprendido en tu niñez, dejándote listo para reaccionar de forma exagerada ante CUALQUIER situación o sentimiento negativo. En esta condición, es posible que pierdas de vista cualquier cosa que no sea la emoción que experimentas y seas incapaz de ver la diferencia entre el bien y el mal. Este estado mental tiene consecuencias devastadoras para miles de personas en Estados Unidos cada año.

Si provocas un accidente de tránsito grave bajo la influencia del alcohol hay probabilidades altas de que te mates o mates a otra persona y termines en prisión por un buen tiempo. Hay innumerables personas en cárceles y prisiones de todo el país por haber cometido este error. La mayoría no son “malas” personas. Son hombres y mujeres normales que tomaron la decisión estúpida de manejar después de haber consumido alcohol y ahora deben llevar la carga de esa decisión por el resto de sus vidas. NUNCA subestimes el efecto del alcohol en tu capacidad de juicio y control emocional.

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